sábado, 3 de septiembre de 2011

Córdoba: casi 1 de cada 3 niños es pobre

Córdoba: casi 1 de cada 3 niños es pobre

Hay 288 mil chicos menores de 18 años en esa condición en la provincia, y 4 millones en el país. Las cifras surgen del Ieral.



En Córdoba, el 30,8 por ciento de los niños habita en hogares bajo la línea de pobreza, es decir, 288 mil chicos menores de 18 años viven en familias que no logran llegar a la canasta básica, esa que satisface necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales.
La cifra es cuatro puntos menor al promedio nacional: en Argentina, el 34,8 por ciento de los niños son pobres o, en números absolutos, alrededor de cuatro millones (los números son del segundo semestre de 2010).
Los datos surgen del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de Fundación Mediterránea y fueron presentados ayer por la economista Gabriela Galassi en un almuerzo de trabajo en el que también expuso Abel Albino, pediatra especialista en desnutrición infantil.
El Ieral utilizó los mismos criterios del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) para medir pobreza e indigencia pero tomó una canasta básica de diferente valor, basada en un promedio de estimaciones privadas.
Así, la canasta básica alimentaria empleada por Ieral para medir la indigencia de un hogar tipo (cuatro miembros) fue de 1.225 pesos, comparado con los 600 pesos del Indec. Y tomó una canasta de 2.250 pesos para medir la pobreza, a diferencia de los 1.311 del organismo oficial.
Como el comienzo de los ’90. Lo más doloroso es que el índice de pobreza de los niños duplica al de los adultos: en el país, hay 2,1 chicos en esa situación por cada mayor de 18 años.
Por otro lado, es una buena noticia el hecho de que la tasa del total de la población haya bajado considerablemente des­­de el peor momento de Argentina: en octubre de 2002 más de la mitad de los argentinos eran pobre (57 por ciento). Sin embargo, en realidad estamos casi en la misma situación que en los primeros años de la década de 1990.
Precisamente, y como valor de referencia, en 1991 había 21,5 por ciento de personas pobres (en 1992 y 1993 se registraron cifras inferiores) mientras que en el segundo semestre de 2010 esa tasa fue de 22,1 por ciento, según cálculos del Ieral.
Sobre el perfil ocupacional de los padres el 23 por ciento de sus progenitores de los niños pobres son desocupados o tienen un trabajo precario mientras que esa cifra baja a menos de la mitad (10 por ciento) en los chicos que no son pobres.
“El trabajo es importante no sólo por el ingreso económico, sin por los valores que transmite (como la educación y la dignidad)”, se lee en el estudio.
Desnutrición. Las cifras son por sí mismas impactantes aunque en general lo son, y las palabras de Albino complementaron la aparente “frialdad” de los números ante un público acostumbrado a escuchar a economistas y políticos más que a personas que trabajan el día a día junto a la pobreza.
“Trabajo con la pobreza y la desnutrición porque me da asco (…) Es el primer problema de Argentina y América latina, es un escándalo”, dijo el médico, fundador de Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin).
Albino explicó que la desnutrición infantil entre 0 y 1 año, período esencial para el desarrollo del sistema nervioso central, genera “debilidad mental”, y que lo más importante que tiene un país es el capital humano pero si éste está dañado, “no tenemos futuro como país”.
El razonamiento es simple y a la vez revelador: si los chicos no se alimentan bien, no se les desarrolla el cerebro y, si eso sucede, jamás podrán educarse. Es por ello que, según Albino, un país con tasas tan altas de pobreza e indigencia jamás podrá salir adelante.
Más datos
Criterios. Para medir la indigencia se toma en cuenta si los  ingresos de los hogares tienen capacidad para satisfacer sus necesidades básicas alimentarias, es decir, la canasta básica de alimentos. Para medir la pobreza se agrega a esa canasta bienes y servicios considerados esenciales, como vestimenta, transporte, educación y salud.
Asignación. Según el Ieral, la Asignación Universal por Hijo ayudó a subir la escolarización de los chicos del secundario y a disminuir la indigencia pero no bajó considerablemente la pobreza ni aumentó la escolarización de los chicos del primario.

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