martes, 4 de octubre de 2011

¿Se viene el Rodrigazo?

22.09.2011
 
http://www.informadorpublico.com/images/despues_del_rodrigazo.jpgEn el artículo dedicado al “Rodrigazo”, leemos en Wikipedia: “El 4 de junio de 1975, el entonces Ministro de Economía argentino Celestino Rodrigo, dispuso un brutal ajuste que duplicó los precios y provocó una crisis terminal en el gobierno de Isabel Perón. Rodrigo quería eliminar la distorsión de los precios relativos con una fuerte devaluación de 160% para el cambio comercial y 100% para el cambio financiero”. Y detalla a continuación los principales cambios de precios:
* Devaluación de más de un 150% del peso en relación al dólar comercial.
* Suba promedio de un 100% de todos los servicios públicos y transporte.
* Suba de hasta un 180% de los combustibles.
* Como contraparte, aumenta un 45% los salarios.
Todos podemos leer en las facturas de electricidad o de gas, en la tarjeta de subte, en carteles de los colectivos, en las estaciones de tren que todos esos servicios cuentan con subsidio del Estado Nacional. En las facturas domiciliarias de distintos servicios se muestra, en primer lugar, el monto que deberíamos abonar si no existiera tal subsidio; luego, la deducción correspondiente y finalmente la cantidad de dinero a abonar. A modo de descargo o quizás de profecía, se hace una comparación de lo que pagaríamos en otros países de la región por nuestro consumo. Notamos que la diferencia excede, incluso, el incremento verificado en el ajuste más famoso de la Historia económica nacional.
A su vez, una de las patas de “El Modelo”, está bastante corroída por el paso del tiempo: hablamos del tipo de cambio. La devaluación de 2002 implicó el encarecimiento de productos importados con beneficio para la producción nacional, particularmente en el sector industrial. Esto llevó a mejorar el empleo y descomprimir la situación social. Paralelamente, el aumento internacional de los productos agrícolas y mineros que exporta la Argentina permitió la mejora de la balanza comercial. A través de las retenciones y otras medidas regulatorias, el Gobierno pudo hacerse de parte de la renta y financiar el gasto público, siempre en aumento. Uno de los rubros de mayor aumento fue, justamente, el subsidio a las privatizadas y el transporte urbano del Área Metropolitana entre otros beneficiarios que pasó de $2.000 millones a casi $ 60.000. Lo que ha debilitado esta pata del Modelo es la inflación: el aumento de precios interno es superior al aumento del tipo de cambio (peso contra dólar, euro o real) lo cual incrementa los costos en moneda nacional sin compensación cambiaria desalentando la exportación. Exportar, es menos negocio; empieza a ser negocio importar. Por eso el balance comercial ha caído bastante. Y en un entorno de crisis internacional, en el que el mundo compra menos y quiere vender más, ese “atraso cambiario” se hará más evidente.
Como se deduce del conjunto de cifras que hemos expuesto, la bonanza del comercio exterior pasó por el fisco y se quedó, desproporcionadamente, en los bolsillos de los grupos económicos más poderosos del país, no en los ciudadanos más necesitados. Pero los participantes del “capitalismo de amigos” han iniciado una “puja distributiva” contra el pueblo a través de la inflación. No piensan aumentar la producción (y bajar la inflación) sino producir menos y aumentar los precios (y bajar expectativas salariales y de consumo popular). El problema se encadena de la siguiente manera: el Estado subsidia el consumo energético y los transportes a través de gasto que financia con un comercio exterior decreciente. El subsidio permite dirigir el dinero de los consumidores a otras opciones, aumentando la demanda. La demanda no puede ser satisfecha sin un aumento de producción. Pero un aumento de producción implicaría convalidar costos laborales más altos y una mayor inversión por parte de las empresas privatizadas por ejemplo, en distribución energética. Por lo tanto el mayor consumo sin una producción que aumente en igual medida trae inflación. La inflación aumenta los costos internos y corroe el tipo de cambio. Un tipo de cambio menos favorable tiende a bajar el superávit comercial que financia los subsidios y genera (o, al menos, no destruye) puestos de trabajo. La renegociación de los contratos con las privatizadas traerá un “sinceramiento” de precios que compense el subsidio que hoy perciben. A su vez, el tipo de cambio también aumentará para que la Unión Industrial esté contenta. Esto implica un ajuste de grandes magnitudes a pagar por el conjunto del pueblo con un consumo menor. (Dolores del País)
Fuente Informador Público: http://www.informadorpublico.com/1111416.html

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