domingo, 2 de octubre de 2011

Reino de Alpacatina

de Reino de Alpacatina, el Viernes, 26 de agosto de 2011, 23:35
https://fbcdn-sphotos-a.akamaihd.net/hphotos-ak-snc6/267386_103192933114816_103188306448612_10198_4747364_n.jpg

El regreso de la Batalla Primaria (26/08/2011)

La Batalla Primaria finalizó con un aplastante triunfo realista sobre los ejércitos de Hermes el Tibio, el pequeño Ricardo y Eduardo el Repudiado. Luego de la batalla, el Coronel Amador fue coronado Príncipe y regresa a Palacio junto con la reina Kristina.

En la antesala del trono esperaban a la reina desde temprano algunos de los personajes más reconocidos de la corte. Desde aproximadamente las diez de la mañana habían comenzado a llegar al palacio los generales del ejército realista, y cortesanos de diferente rango de importancia.
Todos esperaban la presencia de la reina Kristina para congratularla por la aplastante victoria de su ejército en la última gran batalla de las primarias. Una victoria que algunos días atrás no todos la creían posible. Incluso había varios que temían por una derrota K, resultado que podría haberlos catapultado fuera del palacio.
Sin embargo, contra los pronósticos de los líderes de los ejércitos enemigos, el ejercito de la casa K se impuso con facilidad sobre los regimientos de las coaliciones enemigas. Facilitó mucho la contienda el hecho de que los enemigos hayan concurrido divididos a la batalla.
Ninguno de los líderes de las facciones enemigas resignó su intención de alzarse con la corona del imperio y, divididos, fueron presa fácil para el disciplinado ejército realista. Hermes el Tibio, el pequeño Ricardo y Eduardo el Repudiado se confiaron de las posibilidades de sus pequeños ejércitos y en vez de unificar fuerzas, luchó cada uno por su lado, resultando todos duramente derrotados.

-    Uff, y ahora ¿quién la va a aguantar? – decía uno de ellos.
-    Va a ser terrible…Si por lo menos le hubieran hecho un poco de fuerza…. – agregaba otro en voz baja.
-    ¡Pero no! ¿Qué fuerza le van a hacer? Si eran todos improvisados… - acotaba un tercero, que hablaba bien cerquita de los demás.
-    Y bueno señores, es así. Ya sabíamos que iba a ser así – intentó devolver a la realidad uno.
-    Si, es verdad – interrumpió el primero – pero creo que ninguno de nosotros esperaba que la victoria fuera tan aplastante.
-    Lo peor – volvió a interrumpir uno – ¡es que con esta victoria se van a envalentonar todos los de la Orden de la Revolución Celeste! Si ya estan diciendo por ahí que fue un gran acierto inundar las unidades con estos jóvenes tenientes…
-    ¡Ni me los recuerdes! – acotó el Comandante Daniel - ¡A mi me arruinaron la batalla!
-    Si Daniel - le respondió otro – pero no te olvides que esta vez comando el ejército ella misma… estuvo en la carpa de comando durante toda la batalla.
-    ¿Y qué querés decir con eso? ¿Qué ella comanda mejor las tropas que yo?
-    No Daniel, no te enojes… sabés que ella disciplina a la tropa con otros métodos…. – decía el primero mientras golpeaba sutilmente la pequeña bolsa de monedas de oro de su bolsillo.

Bombos y redoblantes comienzan a sonar. Es la señal de que la reina esta por ingresar a palacio. Uno de los cortesanos se sobresalta con el ruido y luego de incorporarse le susurra a su compañero al oído:

-    ¡No me termino de acostumbrar a estos bombos! Era mucho mejor cuando los anunciaban los clarines...

Las puertas de la antesala se abrieron y a través de ella aparecieron los dos. Ella, la reina, majestuosa en su vestido de gala recientemente confeccionado, completamente negro. En su mano izquierda en vez del cetro del reino, llevaba una lujosa cartera negra. Sobre su largo pelo alisado y cuidadosamente peinado reposaba una brillante corona que en la frente tenia una inscripción: “Kristina por Siempre”.
A su derecha, el Coronel Amador, ahora coronado Príncipe del Reino luego de la batalla. Ya no vestía su uniforme militar – jeans y campera de cuero – sino que ahora lucía un traje real negro de la misma confección que el vestido de la reina.
Los cortesanos que esperaban en la sala se distribuyeron velozmente contra las paredes liberando un pasillo central para que la pareja reinante avanzara. A medida que ellos comenzaron a transitar la larga sala, frente en alto como si miraran el techo, los visitantes hacían reverencia agachando la cabeza y felicitaban a la reina por su fabulosa victoria.
Ella, en ningún momento desvió la vista de su trono, y avanzó firmemente a través de la sala. El no podía contenerse y demostraba su felicidad con risas, aunque siempre con la frente en alto, en respuesta a las congratulaciones que recibía.
Al llegar al trono, la reina se acomodó en el y señaló al Príncipe Amador un pequeño taburete que el secretario privado Turrini había colocado a la derecha del trono especialmente para la ocasión.
Al sentarse la reina, los cortesanos comenzaron a reacomodarse en la sala, esta vez formando una larga fila organizada por el Turrini, para poder acercarse a saludar a la reina. Mientras los cortesanos se empujaban y codeaban para quedar mejor ubicados en la fila, el recientemente coronado Príncipe Amador se acerco a la reina y le susurro al oído:

-    Mi señora, no pude evitar deslumbrarme con su nueva cartera.
-    ¿Has visto querido? La hice traer especialmente del reino Galo. Es la última moda allá.
-    Fantástica adquisición su alteza, otra joya para su preciada colección.
-    Gracias querido…
-    ¿Le puedo consultar algo mi señora? Ahora que derrotamos a los aspirantes al trono, que seguramente por los próximos dos años no se vana poder reagrupar, que el pueblo nos apoyó masivamente, que vamos a poblar los cargos públicos sus protegidos de la Orden de la Revolución Celeste…
-    Si querido, ¿cuál es tu duda?
-    Mi duda señora es, ¿qué vamos a hacer con este reino?

No hay comentarios:

Publicar un comentario